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Ocurrencias

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El proceso creativo es una patología.

 

El proceso creativo es una terapia.

 

 

Bodegón de Miró.

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Una cosa que no he entendido nunca: Que el proceso creativo sea relajante para los aficionados.

 

Pintura del aduanero Rousseau.

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Ya lo he dicho otras veces: Creí entender el fundamento psíquico del proceso creativo leyendo a Anton Ehrenzweig, y nunca he visto citado a este autor en ninguna parte. (Para ser sincero, en Google tiene 10.900 entradas.)

 

Escultura de Henry Moore.

Ocurrencias

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El proceso creativo, bien entendido, empieza en la disciplina y acaba en la libertad.

 

Pintura de De Kooning.

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San Juan de la Cruz lo definió de un plumazo: “Mil vuelos pasé de un vuelo”.

 

Pintura de Zhu Da.

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Machado fue un poco más farragoso: “Al andar se hace camino y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar”.

 

Grabado de Tápies.

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Todo fluye. Incluso las vomitonas.

 

Pintura de Pollock.

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Existe un Wille zur Malerei o instinto de pintar, heredado de nuestros más remotos antepasados y, por otra parte, existe la extendida sospecha de que la pintura ha muerto. “Ahí te quiero ver”, me digo todas las mañanas ante el lienzo.

 

Pintura de Altamira.

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Decía Antonio Saura que la pintura es la actividad que requiere tomar más decisiones por segundo. ¿No será demasiado llamarlas “decisiones”?

 

Pintura de Saura.

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En mi caso, el proceso creativo se produce a trompicones, con breves descargas de creatividad tan intensas que me tengo apartar del trabajo como alma que lleva el diablo, para poder volver a la carga.

 

Fotograma de "Band a part" de Godard.

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Soy partidario de la pintura gestual. Por eso titulé un texto sobre el proceso creativo: “Casi nada lo del ojo y lo llevaba en la mano”.

 

Sibila de Velázquez.

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Algunas veces desearías que el proceso creativo te convirtiera en Zhu Da; otras, en Vermeer o Picasso… Pero, al final, te tienes que conformar con ser tú mismo.

 

Pintura de Vermeer.

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¿También es instintiva mi tendencia conceptual?

 

Intervención de Duchamp.

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Hablando sobre el proceso creativo, nos puede pasar lo que pasa habitualmente con la educación sexual: que puede ser muy erudita y tratar pormenorizadamente todo lo referente a glándulas, cuerpos cavernosos, intríngulis anatómicos, embarazos y enfermedades… y olvidarse de contar el gustirrinín que da.

 

Retrato de Dora Maar pintado por Picasso.

Ocurrencias

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Por cierto, en el proceso creativo también es falso que los hijos vengan con un pan bajo el trazo.

 

Fotografía del taller de Bacon.

Zaragoza, Capital Europea de la Cultura

Zaragoza, Capital Europea de la Cultura

Sigo con el mismo tema de más abajo.

Los argumentos para la candidatura a Capital Europea de la Cultura son: Goya, Buñuel, Fernando el Católico, Zaragoza Latina y Mudéjar.

Goya y Buñuel porque no pueden faltar; Fernando el Católico, porque se cumplen 500 años de su muerte; Zaragoza Latina porque "es la capital telúrica de la Hispanidad", con un par; y el mudéjar, porque es Patrimonio de la Humanidad.

Como pueden ver, todo bastante traído por los pelos de fuera de Zaragoza porque aquí no hay nada.

Ante la insistencia de Fernando Rivarés de que propusiéramos alguna cosa concreta, reivindiqué esa nada argumentando que lo que une Zaragoza con Fuendetodos, Calanda, el mudéjar y lo telúrico (Fernando el Católico lo dejo aparte por imposible) es el desierto que nos rodea, la nada que, hasta donde tengo comprobado, es lo que más impresiona a quienes nos visitan. También argumenté la actualidad del tema pues soy de la opinión de que conforme la Ciudad le gana terreno al desierto, la actividad ciudadana se desertiza en justa correspondencia.

La propuesta fue bien recibida por los asistentes que ya imaginaban la bonita simetría de una capital cultural del desierto tras una expo del agua. Otra cosa será lo que opinen los políticos.

 

Zaragoza, Capital Europea de la Cultura

Zaragoza, Capital Europea de la Cultura

En la reunión que cito aquí debajo, alguien planteó que si se quiere cambiar la política cultural de la Ciudad, tienen que rodar cabezas. Apoyé la moción pero di una alternativa menos cruenta: como nuestro grupo se ocupaba de la "educación para la cultura", propuse que los gestores culturales sean los primeros en educarse antes de ocuparse de nosotros, que asistan a cursos en el extranjero o, por lo menos, se enteren de lo que hacen los gestores de otras ciudades.

Ya les hablé de la impresión que me produjo el museo Kolumba de Colonia. Y no por la calidad de sus obras, si no por el talento con el que estaban expuestas, por el inteligente trabajo de los gestores del Museo. No pude dejar de acordarme de que en la Expo, la pintura aragonesa se expuso con los cuadros colgados perpendiculares a la pared y a cinco metros de altura. Nunca había soñado yo con llegar tan alto.

La foto es del museo Kolumba.

 

Zaragoza, Capital Europea de la Cultura

Zaragoza, Capital Europea de la Cultura

Esta mañana he participado en una de las reuniones que se están celebrando para redactar el Plan Estratégico de Cultura de Zaragoza, de cara a su candidatura para capital cultural europea en 2016.

No he podido saber por qué, si se bajan los presupuestos destinados a cultura, si los trabajadores culturales nos concentramos para denunciarlo, si el público en general considera que "a esos vagos, ni un euro", refiriéndose a nosotros, y si Pilar Navarrete como portavoz de la Administración dice que ese público en general tiene más razón que un santo, que somos vagos y flojos... digo, que no sé por qué quieren que Zaragoza sea capital cultural.

Me recuerda el chiste que ya he contado tants veces de los boy-scouts.

Pregunta el jefe:

- A ver, Pepito, ¿Qué buena acción has hecho hoy?

- Ayudar a cruzar la calle a un ciego.

- Muy bien. ¿Y tú, Juanito?

- Ayudar a cruzar la calle al ciego.

- ¿A otro ciego?

- No, no, al mismo ciego.

- Ah... ¿Y tú, Carlitos?

- Yo, también.

- Pero, ¿por qué le habéis ayudado todos?

- Porque no se dejaba.

(Continuará)

 

Nosferatu y la Verónica

Nosferatu y la Verónica

No me digan que no tiene gracia la controversia suscitada por un obispo sobre si lo que celebramos mañana es la noche de los muertos o de los no-muertos. Con tal excusa, les propino un texto que escribí cuando, siguiendo el razonamiento de Chesterton (vean la siguiente entrada), yo tenía temperamento artístico. Les evito la primera parte en la que trataba de justificar mis extravagancias.

 

Nosferatu, el vampiro de la noche, obligado a destruir las formas de vida que le posibilitan la supervivencia (si se me permite la expresión tratándose de un no-muerto); condenado a una existencia entre tinieblas, pues quedar expuesto a la luz diurna le supone la destrucción total o, dicho de otro modo, el descanso al que sorprendentemente se niega, aunque asegure que hay cosas peores que esa muerte que con tanto celo evita; el triste vampiro, es incapaz de reflejar su imagen en un espejo (aunque Murnau pareciera ignorarlo).

Es dudoso que su imagen sólo se le revele a él y resulte invisible a los mortales (no es eso lo que sugiere Polanski), lo que a su vez nos hace dudar de que su repulsivo y entrañable aspecto le sea conocido. Igualmente ignoramos si, en tal caso, alienta el deseo de conocerlo, de conocerse, lo que pudiera ser bastante más probable. De la imposibilidad de satisfacer tal deseo nacería en él el mismo tipo de horror a las superficies especulares que siente el pintor ante el lienzo en blanco, tratando al embadurnarlo de plasmar la imagen que aparentemente le reproduzca y simultáneamente oculte la superficie delatora de su auténtica condición.

En contraposición a este triste Nosferatu, Príncipe (que no espíritu) de las Tinieblas, se alza la inesperada figura de la Verónica, retratista amateur y enragée capaz de captar su verdad en el lienzo mediante la espontaneidad de una acción afectivamente comprometida con la realidad. Características estas, por otra parte, determinantes en el éxito de su empresa, cuestión que se subraya para aprovechamiento de quienes optan por un hipotético arte comprometido elaborado sobre tácticas e ideologías.

La rotunda imagen de este mito se ve perturbada por la ambigüedad que le otorga su posición de “portadora del lienzo” (véase el Greco) situándose al otro lado del mismo en una ubicación extrapictórica que le permite una sorprendente retirada por el foro. Con lo que nos hallamos de nuevo enfrentados a la tela.

Nos queda la posibilidad de experimentarla como paño de la Verónica o, lo que es lo mismo, como tregua. Tal carácter descarta cualquier esperanza de que podamos alcanzar soluciones de ningún tipo mediante la práctica pictórica pero nuestro necesario empecinamiento evitará que, a pesar de todo, nos apartemos de ella. Enfrentado al lienzo como a un espejo, el pintor interroga las ciegas superficies tratando de obtener, más que simples repuestas, la envidiable capacidad de Alicia para atravesarlo.

 

 

Hijo Predilecto de Zaragoza

Hijo Predilecto de Zaragoza

Este es el texto de agradecimiento que leeré esta tarde en el acto correspondiente.

 

Autoridades todas, vecinos de Zaragoza, foranos, compañeros de los medios de comunicación en el ejercicio de vuestras funciones… Queridos hermanos: Felicidades.

 

Señoras y señores:

Las efusivas palabras de don José Manuel Alonso me han recordado el día en el que Plácido Serrano me presentó a Chumy Chumez, explicándole todo lo que hacía y hago. “Pues, si hace tantas cosas, es que le pagan todas mal”, sentenció el sabio.

 

Hace unos meses, rechacé recoger la medalla de defensor de Zaragoza porque estaba muy enfadado con este Consistorio; porque desde pequeño tengo fobia a los cuadros de honor y porque me considero indigno de semejante título, ya que como defensor, soy una ruina.

Señoras y señores: Todo lo que he defendido de Zaragoza ha caído arrasado bajo la piqueta, la sierra mecánica o la desidia. Salvo el Mercado Central, que yo recuerde.

Como diría Quevedo, ruina seré, mas ruina descarada, que aún se atreve a plantearles un reto: ¿Por qué no colocan una placa conmemorativa en la casa natal de sus hijos predilectos? Comprendan que me atrevo a planteárselo por la sencilla razón de que mi casa natal cayó hace tiempo bajo la piqueta.

 

Confieso que he llamado a esta ciudad de todo menos bonita. Hasta llegué a perpetrar un libro titulado Zaragoza y editado en Valencia, para demostrar que tengo más razón que un santo. Después, me propusieron hacer lo mismo con otras ciudades y me negué en redondo porque, señoras y señores, madre no hay más que una.

 

Que, pese a todo, Zaragoza me considere hijo predilecto suyo, me emociona hasta el extremo de no poder ni pensar en la posibilidad de que, con semejantes antecedentes, la predilección que siente la Ciudad por mí sea la misma que siente cualquier madre por el hijo tonto.

 

Acepto, además, el título, con la tranquilidad de conciencia que me da el saber que este democrático Ayuntamiento, por no caer en el feo vicio del nepotismo, jamás encargará una marca de la Ciudad o cualquier otra promoción a ninguno de sus hijos, ya seamos predilectos o de los otros.

 

Señoras y señores: Imitando tan cosmopolita proceder, acabaré con una cita del cantautor madrileño Rosendo Mercado, repitiéndola una y otra vez, aun a riesgo de afrontar los rigores de la SGAE:

Que tengo tantas cosas que decir

Y tú, como si no fuera contigo,

La historia se repite y aún así

prometo estarte agradecido,

prometo estarte agradecido…

 

Muchas gracias