Elefante
Elefante, 1999, acrílico sobre tela, 50 x 100 cm
En el televisor de un bar un elefante pinta un cuadro. Alguien alardea: “Eso también lo hago yo”.
Pintar un cuadro “de propio” en la televisión no tiene nada de extraordinario. Lo hacía Dalí en las galas de Carmen Polo, Picasso delante de los marchantes, los jóvenes pintores de los ochenta en los programas de Paloma Chamorro y así hasta nuestros días. Incluso Cano no se ha librado. Todo el mundo sabe que la pintura es un simulacro pero hacerlo en directo en televisión es una impostura, así que no es de extrañar que lo haga un elefante bien adiestrado. Lo excepcional sería que el parroquiano pintase un cuadro dentro del televisor del bar y el elefante le mirase. Eso le haría feliz; al parroquiano, claro. La anécdota la vivió en directo el periodista Roberto Miranda.
Larroy
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