Ocurrencias
Me recuerdo con cuatro o cinco años, intentando reproducir los fantasmas que dibujaba Tono en La Codorniz, muy consciente de que no me salían bien, de que tenían muchos fallos.
Recuerdo también que lo más desesperante era la sensación que tenía de que alguna vez había sabido dibujar y se me había olvidado. He vivido con esa angustia toda la vida.
Al final, he aprendido lo suficiente como para copiar el dibujo de un niño. Incluso puedo hacer un garabato. Pero ya no sé qué significa. Los que hacía de niño representaban lo que pensaba con total exactitud.
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