Una vieja historia
...El caso es que en el periódico tenían un corresponsal de pueblo, de las Oumañas o de La Forniella o quizás de Babia. El señor todos los días enviaba su recado y, a veces, una crónica municipal del lugar tenía su espacio en las páginas del diario. La mayor parte de las veces, no, pero a lo largo de los años aquella noticia –una vaca comida por los lobos, la reclamación vecinal de una pista mejor asfaltada– llegaba puntualmente cada día. Una noche, a la hora del cierre, llamó el corresponsal por teléfono al periódico: en su pueblo se había cometido un crimen espantoso. Era una primicia. ¿Era posible que enviasen fotógrafos y un redactor para cubrir la noticia?
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"¿Dónde está el muerto?", preguntaron. "Muerto todavía no hay", contestó el corresponsal, "pero lo va a haber enseguida porque de hoy no pasa el cabrón de Honorato". Se quedaron estupefactos los visitantes y el corresponsal añadió: "Vamos a tomar algo al bar. No se puede matar a nadie en ayunas".
Estuvieron tooda la mañana en el bar escuchando las quejas del corresponsal: que si Honorato le metía las vacas en la era, que si se reía de su mujer... El periodista, el fotógrafo y el corresponsal se pasaron el día bebiendo. Y a última hora el corresponsal, ya satisfecha su soledad, les mandó que se volviesen para la capital: "¿Sabéis lo que os digo? Que ya no hay noticia: borracho yo no mato a nadie".
Xuan Bello. La nieve y otros complementos circunstanciales. Xordica.
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