Heracles y Ónfale
A los siete años, intercambié la ropa con una niña para sorprender a nuestros respectivos padres. Ella, de la risa, se meó en mis pantalones. Nunca más.
A los siete años, intercambié la ropa con una niña para sorprender a nuestros respectivos padres. Ella, de la risa, se meó en mis pantalones. Nunca más.
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