Crítica cinematográfica
Estuve viendo El Topo. En la butaca de al lado, una señora soportaba estoicamente los bufidos de aburrimiento de su marido y un interrogatorio peor que los de la película, porque el majadero no se enteraba de nada. Aborrecida, completamente hastiada, la señora gritó: ¡Ata cabos!
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