Una anciana y otras pasajeras
– Espere un momento... No cierre... (La anciana se toma su tiempo para llegar a la salida) ¡¡¡Espere, espere!!! ¡¡¡¿No me ha oído que le he dicho que espere?!!! ¡¡¡Que casi me chafa con la puerta!!! ¡¡¡Abra la puerta, imbécil!!!
– ¡Hala...!
– ¡Encima!
– Chica, chica...
– Encima. ¡Qué barbaridad!
– Si es que se ha levantado cuando ya estaba parado el autobús. ¿Usted ha visto cuándo se ha levantado?
– Que se hubiera levantado un poquico antes...
– ¡Bien! Esperan siempre al último momento.
– Los ancianos, ya se sabe.
– Si es que van que se creen que tienen la ley bajo el brazo.
– Los ancianos, es que van llevándose todo por delante.
– ¿Y cuándo cruzan por donde les da la gana y si les pitan se ponen que pa' qué?
– Sí, señora, sí. Que cruzan por donde quieren y como les pite un coche, encima se cabrean.
– Que se creen que tienen la ley bajo el brazo, ya le digo.
– Menudo genio tienen. Cualquiera les dice nada...
– Te dan con la gayata que llevan...
– Sí, señora, sí... No sé qué prisa tienen. Cuando ya podían ir tan tranquilos, a su edad, que tienen todo el tiempo para tomárselo con calma...
– Parece que se les acaba el tiempo...
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