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de profesión incierta

Dos ancianas

– ¿El día que se casó la duquesa?

– ¡Sí, ese mismo día! ¿Te acuerdas que había chocolatada en el Centro?

– Chica, ya no me acuerdo...

– Bueno, que había chocolatada en el Centro. Y la Mary, que ya la conoces como es, convenció a Teresa y su marido para que se disfrazaran de novios y, cuando estábamos con el chocolate, salen del brazo con sus pelucas y todo y empieza la Mary: ¡Ya se han casao, ya se han casao...! ¡Mira, se armó una!

– ¡Qué ocurrencia, ¿no?!

– Bueno, bueno... todos allí cantando y los novios saludando... ¡qué risa!

– Os lo pasaríais...

– Pero, calla, que lo mejor fue que la Rosario, la tía de Romualdo...

– El marido de Teresa.

– Eso es, ¡el novio!, pues, como te digo, llega su tía, se le abraza llorando y dice: ¡Ay, hijo mío, nunca me habría imaginado que te casarías con una duquesa!

– Pero lo diría en broma.

– ¡Qué en broma, si lloraba de la emoción y todo!

– Ay, chica, como estamos...

– ¡Y el novio acabó llorando también!

– No me digas...

– Como una Magdalena.

– Chica, chica...

 

 

 

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