Un revoltijo de señoras
– ¡Chica, qué buen color!
– Que hemos venido de vacaciones hace dos días.
– ¿Y dónde habéis estado?
– En Roquetas... Con el Inserso, ¿eh?
– Pues, oye, muy bien.
– Hola,
– ¡Hola, no te había visto!
– ¡Hola!
– ¡Otra, ¿y esa qué hace en el autobús?!
– ¡Toma, lo mismo que las demás!
– Ya, pero como ella siempre va en coche, por eso lo digo.
– Alguna vez le tiene que tocar ir en autobús.
– A mí me toca siempre. Mi marido, en cambio, como va siempre en coche, si tiene que coger el autobús, se cabrea...
– No, es que tenía que hacerse la mamografía y habrá cogido el autobús porque le tocará ahí.
– Ah, claro.
– Chica, ¿y qué morena estás?
– Que he estado en la playa, en Roquetas.
– Yo estuve este verano.
– ¡No, qué va, si vinimos hace dos días!
– ¡Que digo que yo ya estuve este verano!
– ¡Ah! Qué bonito, ¿verdad?
– Por eso lo digo.
– Pero que quince días es mucho. Nos ha dado tiempo de ver todo: Mojácar... Marbella...
– El pueblo más rico de España.
– Pero ya no es lo que era.
– ¡Toma, está el alcalde en la cárcel!
– ¡Jajaja!
– Pues, sí, chica, aprovecha, que el otro día vi a tu nuera y ya le queda poco...
– Para marzo o abril.
– ¿Tanto? Pues si me pareció que abultaba...
– Es que se engorda mucho. Le pasa como a mí. Yo, con el primero, siete kilos engordé y, con el segundo, dieciseis.
– ¡Uh! Yo, no... A mí en los embarazos me da por adelgazar.
– Como a mí.
– Y tu marido, ¿qué tal?
– Pues, mejorcico va.
– Total por una infección...
– Le dijo el médico: "Esto se nos ha ido de las manos". Y le dijo él: "Se le habrá ido a usted, que no me recetó unos antibióticos".
– Pero, ¿se ha quedado bien, oye bien?
– Un poco dice que ha perdido.
– Pues, mira, un poco que ha perdido, si este invierno coge una autitis, otro poco y así hasta que se quede sordo.
– Sí, pues a nuestra edad, cada vez peor.
– ¿Qué años tienes, pues?
– Sesenta y tres y sesenta y dos, tenemos.
– ¡Ya ves tú! Peor está mi suegro con sesenta...
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