Contra el recorte de los presupuesto de Cultura
Recibo un manifiesto de Teatro del Temple, convocando a una concentración publica, el día 12 de noviembre, en las escaleras del Paraninfo a las 20h.
Malos tiempos para la lírica
“Ya sé que sólo agrada
quien es feliz. Su voz
se escucha con gusto. Es hermoso su rostro.”
Bertolt Brecht
Como decía el poema de Bertolt Brecht parece que se avecinan “Malos tiempos para la lírica”. Tampoco debe sorprendernos, con la que está cayendo, pero no debe dejarnos indiferentes. En tiempos de crisis y tribulaciones la cultura no debe tener un menor peso sino un mayor grado de compromiso e implicación. Y aunque nuestros políticos y representantes institucionales van refiriéndose a nosotros con mayor frecuencia como los generadores de la identidad y el cuarto sector económico; y aunque los estudios socioeconómicos van recogiendo cifras que colocan nuestra actividad como una de las de mayor futuro y mejor inversión productiva, a la hora de los recortes presupuestarios la cultura, junto con la investigación, parecemos ser el lugar más propicio donde meter la tijera.
Una vez más pasamos a ser las artistas de la gorra. Una especie de pedigüeños a los que echar mano en celebraciones, eventos y fastos varios. Sin pensar que podemos y, de hecho, muchas veces somos la inversión productiva que genera mayor valor añadido. Ahora que ya sabemos utilizar el lenguaje de los banqueros (que de ser los mayores rapsodas del mercado libre han pasado a ser los primeros receptores del dinero público) podremos permitirnos decir que recortar los presupuestos institucionales de la actividad cultural no es sino un flaco favor, no sólo a los artistas, que no vivimos del aire, sino a la situación económica de la sociedad en el futuro.
¿Cómo queremos aspirar a ninguna capitalidad cultural o situarnos frente al mundo en un nuevo marco socioeconómico, sostenible y creativo, si no se mantienen las pequeñas líneas inversoras que se habían ido consolidando en los presupuestos? ¿Qué espacio nos queda si a lo poco con lo que se contaba se le quita un 30%? ¿Es social, política, económica y culturalmente competente abocar a un sector en ciernes, generador de una creciente riqueza estructural y material, a su desmantelamiento y desaparición?
Los tiempos de crisis son necesariamente tiempos de reflexión, un espacio temporal en el que las personas o las sociedades nos acabamos enfocando hacia nuevas perspectivas. Es por ello que el consumo cultural aumenta en periodos de aflicción. Por todo ello es el momento de que las instituciones hagan una mayor, y no una menor, apuesta por la cultura porque, parafraseando el poema de Gabriel Celaya, somos “un arma cargada de futuro”.
1 comentario
José Antonio Germán -
Pero también diré que nuestros políticos están vacunados de nosotros y de nuestras protestas descafeinadas.
Hace veinte años no se hubiese quedado es las escaleras para hacer una protesta intrascendente y desde luego nada incomoda, para el alcalde de turno.
Sencillamente se hubiesen citado un puñado de actores y demás amígueles y hubiesen representado una obra de teatro en la calle sin permiso del ayuntamiento, para caldear las conciencias de algunos vagos de sillón, haciendo que la policía local, se ganase su sueldo, embroncándolos y haciendo también de paso participe a algún transeúnte, que seguro que animado se apunta al fregado.
Todo esto después de que alguien con su teléfono móvil de tarjeta, casi sin saldo, hubiese llamado a la prensa para dejar constancia de lo sucedido.
Pero la realidad es que solo somos moscas cojoneras pero de las políticamente correctas, con lo cual cuando toca recortar de algún lado, se cogerá del montoncito de cultura pues está claro que los artistas y otros oficios en extinción no serán los que abran brecha.
Pues no olvidemos que en este país la cultura es algo que todo el mundo gasta pero que nadie compra.