V/ Conversaciones con Marcel Duchamp. Pierre Cabannes
Yo creía que Buñuel encarnaba la modernidad hasta que leí estas conversaciones. Ya lo he contado en otro sitio. Creo que los que recibimos una educación católica en España, como Buñuel y yo, salvando las distancias, tenemos bastante difícil el acceso a ser absolutamente modernos, como reclamaba Rimbaud.
De aquellas conversaciones me interesó el personaje mucho más que el artista. Era un hombre tranquilo que siempre había hecho lo que le había dado la gana. Había intentado evitar los compromisos y reducir al mínimo sus necesidades. No recordaba como había sobrevivido durante años sin trabajar. Parecía un buen ejemplo a seguir, pero tendría que haberlo leído antes: Acababa de nacer mi segundo hijo y estaba a punto de firmar mi primera hipoteca.
Leyendo aquellas conversaciones quedaba claro que Duchamp no tenía nada que ver con las interpretaciones metafísicas que daban algunos a su obra. Por otro lado, el muy ladino tampoco explicaba nada y se limitaba a confirmar su interés por los juegos de palabras y por el juego del ajedrez. Años más tarde, tuve que leer a Juan Antonio Jiménez para comprender que lo que había hecho Duchamp como artista no era si no una colección de chistes más o menos verdes aunque muy sofisticados. Sin embargo, su influencia en la historia del arte es similar a la influencia en la historia de la literatura de ese otro humorista llamado Cervantes. Por cierto: debería haber incluido el Quijote en esta lista.
El sábado, 18 de abril de este año, hace dos semanas, apareció en Babelia un artículo de Vila-Matas hablando sobre las conversaciones de Cabannes con Duchamp. Búsquenlo, se lo recomiendo.
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