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de profesión incierta

W/ El Criticón. Baltasar Gracián

W/ El Criticón. Baltasar Gracián

Lo leí con mucho esfuerzo pero encandilado. Los pesimistas suelen ser más divertidos que los optimistas. También me encandilaron Kafka, Beckett y Cioran, por citar algunos pesimistas divertidos y de renombre.

En esta novela filosófica, Andrenio, el hombre natural o salvaje, es guiado por Critilo, el hombre con educación o civilizado que le advierte de las trampas del mundo y de sus habitantes, en una maraña de alegorías y metáforas que no dan tregua. Andrenio y Critilo son las dos caras de una misma persona. Como el doctor Jeckyll y míster Hyde. Desde siempre he sido proclive a la esquizofrenia, por partida doble: por artista y por aragonés.

Por otro lado, las imágenes del Criticón son tan plásticas, que me pareció que los grabados de Goya las podrían ilustrar perfectamente. También me recordaron a la historia del arte de Mayer que antes he comentado. Me sentía en mi salsa en medio de aquel barroquismo desaforado.

Pero, por llevarme la contraria a mí mismo, cosa en la que he perdido media vida, pensé que, a finales del siglo XX, el libro de un conceptista debería ilustrarse mediante procedimientos conceptuales. Y me decidí a hacerlo.

 

Yo daba clases en la Escuela de Artes y estaba a punto de volverme loco. Llevaba 18 años y empezaba a hacer cosas tan raras como ir a clase y no llegar nunca. Decidí coger un año sabático para salvarme y, pedí una licencia por estudios para hacer el doctorado en Bellas Artes. Primero intenté doctorarme en la Universidad de Zaragoza pero me pusieron toda clase de pegas académicas: No tenían convenios firmados con la Universidad de Barcelona, donde me había licenciado. “Si fuera la de Cáceres…”, me sugirieron. También les pareció insólita mi pretensión de hacer pasar como tesis doctoral la realización de las ilustraciones para El Criticón. A mí no me parecía tan disparatado. Argumenté que nadie lo había hecho antes y que mi trabajo práctico podía ir acompañado de un estudio teórico. Estaba tan animado que incluso había empezado a trabajar en apuntes y bocetos.

Y justo en aquel momento, después de cuatro siglos sin que lo hiciera nadie, apareció una edición del Criticón ilustrada por Antonio Saura.

Quizás algún día retome el proyecto.

 

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