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de profesión incierta

Carmen Pérez Ramírez

Carmen Pérez Ramírez

 

Escribí este texto para una exposición que hizo Carmen en  2003.

 

COLLAGE DE TEXTOS

 

1/ En mis tiempos de estudiante, estaba muy mal visto pintar bodegones. Ahora está muy mal visto pintar. A veces caigo en la desesperación y me pregunto: ¡¿Dios mío, ¿por qué aprendí este oficio?! La siguiente pregunta me precipita en los abismos del remordimiento: ¡¡Cielo Santo, ¿por qué enseñé este oficio?!!

Entonces me pide Carmen Ramírez que le presente su exposición y se me pasan las neuras. Hasta que descubro que Carmen, ahora, pinta bodegones.

 

2/ Está mal visto pintar: a/ porque ya son demasiados los pintores que han llegado a la zona cero de la pintura como para que se nos ocurra mirar, de momento, más allá; b/ porque los comisarios artísticos han decidido que para mirar alrededor, son mucho más eficaces las nuevas tecnologías y c/ porque está prohibido mirar hacia atrás.

 

3/ ¿Dónde coño vamos a mirar si no?

Las señoritas de Aviñó están a punto de cumplir cien años. Ahora apreciamos mejor su parecido con las Tres Gracias que sus diferencias. Este tipo de mirada que atraviesa épocas y estilos, como la de Superman, mismamente, quizás nos sirva para atar cabos sueltos. Y como excusa para seguir pintando.

 

4/ Cada cual mira hacia donde puede desde su propio sitio. Carmen Ramírez lo hace desde Aragón, excelsa patria del cubismo, según Jusep Torres Campalans. Si cada uno es de donde nace, vino a decir el maestro, el cubismo es aragonés porque nació en Horta de Ebro. Lo que no sé es si Horta de Ebro está en Aragón, pero es igual.

 

5/ Aragonesa es la pintura del Grupo Pórtico, de la que tan deudora ha sido la de Carmen, y algo tuvo que ver con el cubismo, me parece a mí. Aquí, quién más, quién menos, ha sido una miaja cubista. Así que puede que don Jusep tuviera razón.

 

6/ Carmen ha dirigido la vista hacia el cubismo con la familiaridad que le dan semejantes antecedentes. Para ella -me lo ha dicho-, esta mirada hacia atrás es un paso adelante. Carmen inicia la nueva etapa como una niña traviesa, sin hacer caso a los mayores que le advierten: “¡No camines mirando hacia atrás porque te puedes caer y llorarás!”.

 

7/ Carmen Ramírez se ha vuelto hacia el cubismo desde una pintura en la que el gesto luchaba a brazo partido con la estructura. Algo se ha calmado su furia, pero los resultados son similares. La estructura, tan rigurosa ella, vuelve a quedar muy matizada por las ambigüedades espaciales que crea la sutil modulación de los planos pictóricos.

Sutilidades que le han llevado, con muy buen criterio, al collage y la acuarela.

 

8/ Y al volumen. Resulta paradójico que una mujer que ha pintado tantas arquitexturas, haya llegado al volumen real a través del cubismo, precisamente el ismo que barrió los volúmenes virtuales de la faz de los cuadros. Pero así es este oficio. Ya le pasó a Picasso.

 

9/ Cuando yo era estudiante, odiábamos los bodegones porque odiábamos la pintura de género. Aún no habíamos estudiado las moralistas intenciones de quienes los inventaron: sermonear a sus devotos clientes sobre la fugacidad de la belleza, la brevedad de la vida y el triunfo inevitable de la muerte.

 

10/ Tampoco sabíamos, por tanto, que el bodegón cubista tenía aspectos más heterodoxos que los puramente formales. Los pintores cubistas rescataron los botijos y las frutas del quicazo y la podredumbre, reduciéndolos a cubos, esferas y cilindros; elevándolos, más bien, a inmutable geometría. Para que te fíes de los iconoclastas.

 

11/ “Ya me parecen antiguos”, bromea Carmen mientras me muestra sus collages. Toda broma, dicen, tiene algo de cierto. Yo creo que Carmen ha lanzado su mirada de Superwoman hacia atrás con tanta intensidad, que ha fundido la ruptura formal del cubismo con el simbolismo barroco. Sus bodegones son exquisitas y melancólicas vanitas que nos hablan de la fugacidad de las vanguardias y de la agónica resistencia de la propia pintura.

 

12/ Ahora bien: Un bodegón puede estar compuesto por botijos, guitarras o coca colas. Carmen ha elegido botellas de buen vino de la tierra. Sabia elección. El ejercicio de la pintura tiene algo de borrachera que pone en evidencia las arideces especulativas del discurso crítico. Mientras haya verdaderas ganas de pintar, los comisarios tendrán que seguir matizando, una y otra vez, sus agoreros pronósticos. Que lloren ellos.

 

13/ ¡Salud!

 

 

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