Blogia
de profesión incierta

Exiliadico I

Exiliadico I

 

Si es cierto, como dijo el otro, que la patria del hombre es su infancia, yo soy un exiliado sin haberme movido de la ciudad.

–“¡Mira éste, como todos!”, apostilla el agudo lector.

Cierto, cierto, pero algunos, al menos, conservan el escenario de sus juegos, el territorio patrio, las señas de identidad, algo... No es mi caso.

 

Fui un niño que vivía en una casa modernista, con bazar de juguetes y todo, que derribaron en cuanto me hice mayor.

Estudié en el colegio de la Consolación y en el de los Hermanos Maristas. Los curas y las monjas vendieron sus respectivos edificios. Ahora son oficinas. El arzobispo vendió o regaló al Opus la iglesia de nuestra parroquia, derribó la de San Juan y San Pedro, cuya torre mudéjar se asomaba a la ventana de mi clase, y cerró La Seo.

Pues que sus puertas me cierra, de mis pasos en la Tierra, responda el clero, no yo.

 

Fui un niño que jugaba en los jardines de la Plaza del Pilar y paseaba el andén central del Paseo Independencia. Que se bañaba en los tres ríos, siguiendo las doctrinas de Heráclito, que hacía excursiones al soto de Doña Sancha, justo por donde pasa la autopista de Barcelona, y a los pinares de Valdegurriana, justo por donde pasa el cuarto cinturón.

Hasta hace poco pensaba que siempre me quedaría el laberinto de las Canteras por estar ubicado en el desierto. Volvía a equivocarme: ahora es un “vertedero controlado” y ha desaparecido bajo la enrona.

Ha desaparecido también el estudio de Rabadán, donde aprendí a pintar, y a punto está de correr la misma suerte el que compartí con mi padre durante muchos años.

No soy un paranoico. Sé que los responsables de tanto progreso no tenían nada contra mí. Estaban, simplemente, ganando dinero.

–“¿Para qué querrían tanto?”

 

–“Pues para ponerse dos colmillos de elefante en la entrada de su dormitorio, oiga”. 

 

Varios años después de escribir esto, sigo sumando: Ha desaparecido Ranillas, donde guisé mi primera paella; ha desaparecido el Náutico, donde fui remero de los 16 a los 21 años; la Escuela de Artes, en la que fui alumno durante 5 años y profesor otros 18, está en avanzado estado de descomposición...

(continuará)

 

0 comentarios