Luis Alegre
Ayer fue el cumpleaños de Luis Alegre. Sus amigos le montaron una fiesta sorpresa y le regalaron un retrato que me habían encargado una semana antes.
Me puse a pintar agobiado por las prisas y, a la tercera intentona, por esos misterios inexcrutables de la pintura, comprendí que sólo lograría el parecido centrándome en una foto que le había hecho Antón Castro y en el color verde. No tenía ninguna lógica pero creo que funcionó razonablemente. Sin embargo, me preocupaba la reacción del retratado al verse de ese tono.
Pero, ¡oh, maravilla! Cuando Luis recibió el regalo de manos de Ana Belén y María Barranco, las peculiares luces del Mecano Bar consiguieron que su cabeza tuviera los mismos colores que mi retrato.
Aún así, fue recibido con división de opiniones.
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