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de profesión incierta

“Muchos humos” o de cómo llegué de coautor a coautor pasando por autor

“Muchos humos” o de cómo llegué de coautor a coautor pasando por autor

Muchos amigos se sienten intrigados por el hecho de que me haya puesto a escribir teatro.

Como dramaturgo vuestro que soy, os debo una explicación y esa explicación que os debo, os la voy a pagar, porque como dramaturgo vuestro que soy…

 

Cuando Teresa Larraga, actriz zaragozana afincada en Suiza, quiso poner en marcha un espectáculo sobre Miguel Servet, se dirigió a un prestigiosos autor suizo para que le escribiera el texto. El prestigioso autor diseñó un esquema en el que la obra se dividía en dos partes que discurrían paralelas, una que se centraba en el siglo XVI y otra que se centraba en el siglo XXI. Y ahí se quedó.

Teresa, que conocía mi librito sobre Miguel Servet, pensó que quizás podría escribir la parte correspondiente al siglo XVI, liberar al autor suizo de la pesada tarea de documentarse y dejar que se ocupara de la actualidad, que es lo que domina.

Acepté ser coautor de la obra y, sin tiempo apenas, imaginé una retransmisión en directo de la ejecución de Servet, en la que los periodistas entrevistan a los espectadores para enterarse de quién es el reo y qué ha pasado. Pensé que la obra podía coincidir con el tiempo real que Servet tardó en quemarse.

Cuando, más o menos, había terminado mi texto, el autor suizo decidió desvincularse del proyecto, por lo que pasé de ser coautor a ser autor.

Sin embargo, al director de la obra, Alberto Castrillo, le pareció que, tal como había planteado yo la cosa, carecía de la suficiente garra dramática como para ponerla en escena. Suelo fiarme de los profesionales, así que me comprometí a aceptar todos los cambios que quisiera introducir y a redactar los textos que hicieran falta para redondear el espectáculo.

Bien. Ahora mismo, tras el estreno en Suiza, la retransmisión desde la hoguera se ha convertido en una conferencia y mi texto ha sufrido o gozado tantos cambios que ya no me atrevo ni a considerarlo mío. Así es como he vuelto a los orígenes de mi carrera teatral o, lo que es lo mismo, al mes de junio: vuelvo a ser coautor de una obra de teatro titulada “Muchos humos”.

Eso es todo.

 

A continuación, les copio un fragmento de los que se han eliminado, en el que dos asiduas a las tardes de Telecinco conversan sobre la apasionante vida de Miguel Servet.

 

Dos comadres.

 

C1 – Pobrecillo… Igual deja mujer e hijos, el pobre…

C2 - ¡Qué va…! Si era solterico…

C1 - ¿A sus años?

C2 – Eso mismo le preguntó el tribunal.

C1 - ¿Y qué dijo?

C2 - ¿No lo sabe? Jijiji… Me da no sé qué decirlo… Jijiji…

C1 - ¿Es de risa?

C2 - ¡No, no, Dios me perdone! Es que… Jijiji…

C1 - ¡Explíquese!

C2 – Que es que lo desgraciaron de pequeñico, ¿sabe usted?

C1 - ¿Cómo que lo desgraciaron?

C2 – Eso dijo él, que en una operación, le dejaron impotente para toda la vida.

C1 - ¡Jesús, María y José!

C2 – Pero, vaya usted a saber si es verdad…

C1 – Pues, si el hombre lo dijo…

C2 – Ya, ya… También decía que se llamaba Michael de Villeneufve y que era católico cuando estaba en Vienne. Vaya pajarico…

C1 – Hombres…

C2 – Claro que, por otra parte, bien puede ser que fuera verdad… Si se pasó la vida estudiando, será porque no tenía otra cosa que hacer…

C1 – Claro, claro… Jijiji… ¡Qué cosas tiene usted!

C2 – Ya dijo él mismo que la circuncisión amortigua el deseo de la carne del mismo modo que si te cortan una oreja, se amortigua el sentido del oído.

C1 - ¿Y eso es cierto?

C2 – No.

C1 – De todas formas, este hombre sabía mucho, ¿verdad?

C2 - ¡Lo que sabía este hombre! No se lo puede imaginar… Con decirle que daba sopas con honda a sus profesores… No le digo más.

C1 – Pero, oiga… ¿y cómo lo desgraciaron?

C2 – Pues, según contó él mismo, estaba tajado de un lado y quebrado del otro.

C1 - ¡San Lamberto bendito!

C2 – Considere.

C1 – Pobre criatura… Vaya escabechina que le hicieron…Pero… eso no sería una circuncisión…

C2 – Me imagino. Si es verdad que le hicieron algo, claro…

C1 - ¿No lo comprobaron los jueces o qué?

C2 – Supongo que lo mismo les daba quemarlo entero que quebrado.

C1 – No les faltaba razón. Y se evitaban el trago de andar trasteando en sus vergüenzas…

C2 – Si era verdad, ya le digo… Que también dicen que tuvo una novia en Charlieu.

C1 - ¿Qué me dice?

C2 – Lo que oye.

C1 – Chica, chica… Y, ¿qué pasa, que le dio calabazas o qué?

C2 – Según él, todo quedó en un amor neoplatónico, que es lo que se llevaba entonces…

C1 – Ya. ¿Y lo que dicen de que había hecho voto de castidad?

C2 - ¿Quién lo dice?

C1 – Eso he oído… Que hizo voto de castidad…

C2 – Sí, claro. También dijo que había mujeres con las que se podía tener relaciones sin casarse…

C1 - ¡Habrase visto, sinvergüenza…!

C2 - ¿Y lo de la abadía de Belleville?

C1 - ¡Ah, ¿esa en la que dijeron que se había liado con la madre abadesa, antes de venir a Ginebra?!

C2 – Con la madre abadesa y con medio convento…

C1 – Pero eso son habladurías sin fundamento del tal Pompeyo.

C2 - ¿El Pompeyo del siglo XIX?

C1 – El mismo, sí, señora…

C2 – Y, siendo el Pompeyo del siglo XIX, ¿cómo nos hemos enterado nosotras en el siglo XVI?

C1 – Ya sabe que estas cosas corren que vuelan.

C2 – Eso también es verdad…

C1 – Lo más gordo, de todas formas… lo de Benoît…

C2 - ¿Qué Benoît?

C1 - El pajecillo que tenía en Vienne…

C2 – Calle, por Dios… Pero, ¿es posible?

C1 – Eso dicen…

C2 – ¿Que se entendían?

C1 – Y en el palacio arzobispal…

C2 - ¡Qué barbaridad! Yo, lo que he oído, es que ese Benoît es un auténtico querubín, muy guapico de cara…

C1 - ¡Ah, con que ya lo había oído, ¿eh?!

C2 - Ya le digo... si aquí se sabe todo en un amén Jesús...

C1 – Sí, sí… Total, que el difunto parece que hacía a todo.

C2 – Sí, señora: lo mismo hacía a la castidad que a la lujuria.

C1 – Hombres…

C2 – Todos iguales.

 

 

3 comentarios

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cano -

Muuuu! Muuuuu! ¡Muchas gracias!

Vicente -

¡Au! ¡Au! ¡Autor! ¡Autor!

(APLAUSOS)