Más ética y estética
Cuando me presentaron al padre del niño ético, del que hablo aquí debajo, me dijo:
"Ya tenía yo ganas de conocerte".
Por aquellos años, Ibercaja había regalado serigrafías de artistas aragoneses a sus clientes más distinguidos. A mí, como a todos los demás, me encargaron dos y se me ocurrió hacer sendos homenajes a Duchamp y Beuys.
El padre del niño ético, que, como ya he dicho, era director de una sucursal de Ibercaja, repitió:
"Ya tenía yo ganas de conocerte. En menudo lío me metiste con las litografías aquellas. Yo, cuando las vi, ya pregunté: Oye, ¿no hay otras? Porque me mandaron todas iguales, las tuyas solamente, que ya podían haber mandado un surtidico para que los clientes pudieran elegir... Pues, ¡menudo como se pusieron algunos!... Como si les hubiera tirado un gato a la cara. Uno me trajo la serigrafía enrollada y me dijo: ¡Esto se lo mete usted por el culo! Por eso te digo que ya tenía yo ganas de conocerte... Por lo menos, que te enteres".
No tengo fotos de las serigrafías, lo siento.
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