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de profesión incierta

Raro

Raro

Ayer, al salir de casa, me sorprendió el estridente parloteo de unas cotorras que no había oído nunca por el barrio. No estaban en los árboles de mi calle y, conforme avanzaba, sospeché que tampoco estaban en los árboles del colegio de la otra calle. Al llegar a la esquina, descubrí a un anciano que caminaba apoyado en una gayata tuneada con un dispositivo que, cada vez que se apoyaba en el suelo, hacía sonar una bocina que llevaba incorporada.

 

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