Dos señoritas
– Chica, me dijo de salir juntas pero me parece que...
– Que salir con ella es como ir un poco en plan zorra.
– ¡Pues, sí! No sé...
– Me dijiste que era abogada, ¿no?
– Sí, algunos fines de semana está de guardia.
– Que tendrá que...
– Sí, con asuntos de maltrato de mujeres y cosas así... ¡Que no te puedes imaginar lo que hay por ahí!
– Oye, qué fea es su hija.
– ¡Uf, espantosa!
– Fíjate que para decir de una cría que es fea...
– Un horror.
– Y, además, la lleva tan hortera...
– Es que ella también es muy hortera, va muy hortera.
– Ya, ya... Oye, y esta otra, que boca más rara tiene.
– ¡Sí!
– Es como si no pudiera pronunciar...
– Es que le va el prive. Ya llevaría...
– ¡Ah! Que se habría tomado alguna caña.
– Vino blanco, bebe vino blanco.
– ¡Qué problema el de la bebida!
– Sí, a la gente que le va eso... Beben...
– Con ansia.
– No, como si bebieran agua.
– Y yo que no puedo... A ver, me gusta el vino, pero unos sorbitos. Yo un vaso entero, ¡incapaz!
– Ya.
– Y una jarra de cerveza... Me pongo mala sólo de verla. Me puedo tomar cuatro cañas seguidas pero ver junta semejante cantidad de cerveza...
– Esta es nuestra parada, ¿verdad?
– ¡Ah, sí, aquí tenemos que bajar!
1 comentario
Bernardo Vergara -
Un abrazo