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de profesión incierta

Charles Dickens y los políticos de 1835

Charles Dickens y los políticos de 1835

Hubo un momento de silencio respetuoso cuando la comitiva esperó a que el honorable Samuel Slumkey subiera a su coche. De repente, la multitud lanzó un gran clamoreo.

– Ya ha salido –dijo el pequeño Pertker, muy emocionado; tanto más cuanto que su situación no les permitía ver lo que pasaba.

Otra aclamación, mucho más ruidosa.

– Ha estrechado la mano a los hombres –gritó el pequeño agente.

Otra aclamación, más vehemente.

–¡Ha acariciado a los niños! –dijo Perker, temblando de ansiedad.

Un rugido de aplausos desgarró los aires.

–¡Ha besado a uno de ellos! –exclamó el hombrecito complacido.

Otro rugido.

–¡Ha besado a otro! –jadeó excitado el agente.

Un tercer rugido.

–¡Los besa a todos! –chilló, entusiasmado, el diminuto caballero. Y, saludada por los ensordecedores gritos de la multitud, la comitiva avanzó.

 

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