La muerte del arte
Ayer, en El País y con el título "El año del Juicio Final", Félix de Azúa anunciaba por enésima vez la muerte del arte. Tiene razón en casi todo lo que dice pero lleva 40 años intentando convencernos del famoso óbito. ¡Qué agonía, co! Ahora señala a 1972 como el año en que se produjo tan desgraciado acontecimiento. Pero, 200 años antes, Hegel dijo lo mismo. Igual que se equivocó Hegel, puede equivocarse Azúa.
Bueno, ahora que lo pienso, todos nos repetimos. Hasta el ajo. Como prueba, adjunto un texto que escribí después de una tarde de exposiciones por Barcelona y que no se llegó a publicar. Creo.
BUCLES
MACBA. Exposición antológica de la señorita Piper. Arte conceptual: textos y fotografías. Adrian Piper (Nueva York, 1948) es mulata, con perdón. Y toda su obra, un contundente alegato antirracista. Para los gringos, ya se sabe, todo es o blanco o negro.
–Excepto la señorita Piper, supongo.
–No, listillo: la Piper es negra.
De tal contexto, tal texto. Para que se hagan una idea: Cubículo negro. Interior. Vídeo: diez policías blancos apalean a un conductor negro. Sonido: discurso del Presidente sobre la Ley y el Orden.
–Una caña, please.
La señorita Piper y yo nacimos el mismo año. Pero, mientras yo descubría la importancia del subconsciente en los procesos artísticos, ella analizaba dichos procesos conceptual y sistemáticamente. Siempre llego tarde a todo.
Bucle melancólico de la cerveza en mi estómago. Retorno sentimental al desconcierto de mis tiempos de estudiante en Barcelona. A veces, el tiempo pasa en balde. ¡Hip!
No es cierto, claro. Antes de ir al Macba, vi más cosas.
A/ Galería Joan Prats. Exposición de Muntadas. Arte conceptual, ya saben: textos y fotografías. Y dibujos serigrafiados. Ahora, Muntadas calca fotografías de prensa con rotulador: la del trío de las Azores, por ejemplo.
B/ Galería Carles Taché. Exposición de pintura de Viaplana. De pintura. A ver como describo yo esto. Viaplana pinta intuidos rincones del inconsciente con apariencia de fotografías en blanco y negro viradas ligeramente a verde.
La fotografía, pues, es el eje del bucle de ambigüedades semánticas que anticipaba la reflexión que Dan Cameron se hacía, dos días más tarde en las páginas de El País, sobre “la brecha enorme que existe” entre el arte político y el arte poético. Añadía: “La complejidad de la situación política requiere también una complejidad equivalente en el tratamiento del arte”.
Hala, pues.
El grabado de Durero se titula Melancolía.
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