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de profesión incierta

A todo hay quien gana

A todo hay quien gana

En Zaragoza estamos muy orgullosos de que San Lamberto, tras ser decapitado en las afueras de la ciudad, recogiera su cabeza del suelo y se volviera andando con ella bajo el brazo.

Pero leo en "Iconografía de los Santos aragoneses I", de Wilfredo Rincón y Alfredo Romero, editado por Librería General, que San Félix y Santa Régula fueron decapitados, "tomaron en las manos sus cabezas y fueron a lavarlas a una balsa junto a la fuente de Torrijo y desde allí prosiguieron su camino, guiados por una vaquilla, hasta el vecino monte que servía de límite con Vijuesca, donde, tras ser sepultados, se construyó una ermita para su veneración. Sus cabezas se guardaron en urnas de plata."

Y más: San Frontonio, uno de los innumerables mártires de Zaragoza, también fue decapitado y su cabeza "subió corriente arriba las aguas de los ríos Ebro y Jalón hasta llegar al puente de Épila, y fue recogida por los sacerdotes de la villa, que la guardaron en un relicario de plata".

¿Es, pues, una costumbre aragonesa o se ha practicado en otros lugares?

Que tales cabezas se conformen con una simple urna de plata tras mostrar tanta determinación para decir la última palabra sobre su destino final, dice mucho del genuino carácter aragonés. Si es que existe semejante cosa.

 

 

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