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de profesión incierta

Praxis

Praxis

¿Para qué escribí esto?

¡Ah, sí...! Para uno de los Congresos sobre Literatura infantil y juvenil que organiza Rosa Tabernero en Huesca.

 

 

En estas breves líneas intentaré cercar la praxis teóricamente desde distintos puntos de vista, de un modo similar al que utiliza Adorno para cercar al Arte en su Teoría estética, si se me permite la pedantería. Me pasa con ciertos libros como a otros con Ava Gadner: que se la leían de cabo a rabo para poder contarlo.

 

1/ Yo soy pintor. Me formé para serlo. También sé que no he aportado nada sustancial a la pintura, no soy idiota. Cierto crítico alemán acuñó la definición de “pintor suficientemente bueno” para los pintores con interés que no hacen aportaciones decisivas. Ni a eso llego. Pero me considero un pintor aceptable. Estimación tan subjetiva, sin embargo, no ha sido corroborada por el interés de ningún crítico ilustre ni el de ninguna galería solvente. Tal desinterés, da que pensar. Sobre todo, en una forma alternativa de ganarse la vida.

 

2/ Elegí malos tiempos para hacerme pintor. Recientemente visité la exposición Kalos-Atenas en el Palacio de Sástago de Zaragoza y se confirmaron mis peores aprensiones sobre la época en que me tocó ser joven promesa. Confundíamos todo: la modernidad con el amaneramiento, la libertad con la teoría, el tocino con la velocidad… Qué desastre. Semejantes despropósitos, ahora, dan mucho que pensar.

 

3/ ¿Qué pasó? Nos hablaron de la muerte del arte pero no les creímos, teníamos veinte años, éramos eternos. Algo más tarde, algunos filósofos matizaron un poco: el arte no acababa de morirse pero se hacía soluble. La pintura, ni te cuento. Vattimo lo advirtió enumerando incluso los conceptos en los que se disuelve: utopía, kitsch y silencio. Semejante lista da tanto que pensar que escribí una tesis doctoral sobre ella.

 

4/ Siempre he asumido y reivindicado mi carácter esquizoide por partida doble: como artista y como aragonés. En el primer caso, hay numerosos estudios sobre el tema. El más interesante, a mi modo de ver, el de Anton Erhenzweizg, autor que nunca he visto citado en ninguna parte, lo cual también da que pensar. Así mismo, da que pensar el hecho de que los estudiosos estén abandonando el modelo de artista esquizoide por el de artista autista. En este caso, que piensen ellos. No pienso tirar por la borda la elaboración teórica de toda una vida por semejante tontería.

 

5/ En cuanto al esquizoidismo aragonés, también existe algún trabajo al respecto y yo mismo he perpetrado un librito que espero poder publicar algún día. Para el antropólogo Ortiz-Osés, por ejemplo, el aragonés es como una construcción mudéjar hecha de piedra y ladrillo, de dureza y fragilidad. No hay como repasar las vidas y las obras de nuestros genios más ilustres para darse cuenta de qué razón tiene. Incluso Marianico el corto participa de esa dualidad.

 

6/ Mi esquizoidismo de pintor aragonés se exacerba ante la disolución de la pintura. Por lo visto, según Dorfless, es porque sigue existiendo un impulso genético que nos impele a pintar con la misma fuerza que cuando empezamos a hacerlo en las cuevas de Altamira o en las páginas de los libros de texto. El problema es, ¿qué pintar cuando todo ha sido pintado?

Qué agobio, ¿no?

 

7/ De perdidos, al río, al río de la historia del arte, para qué te vas a andar con tonterías. Si ya no puedo ser original, quiero pintar, al mismo tiempo, como un pintor de El Fayum y un calígrafo chino, como un miniaturista medieval y Piero de la Francesca, como Tiziano y Velázquez, como Rembrandt y Vermeer, como Goya e Ingres, como Cèzanne y Van Gogh, como Picasso y Matisse, como Rothko y Jasper Jones, como Anton-i Tápies…

 

8/ En los estertores de las últimas vanguardias, creí que la única posibilidad de cumplir mi sueño era trabajar en la ilustración. No me había enterado aún de que existía la posmodernidad.

En algún momento, la ilustración fue el paraíso del pastiche o así me lo pareció a mí. Hace tiempo, escribí algo sobre este tema en un catálogo para nuestra amiga Ana.

 

9/ Coincidió que en ese momento preciso fui padre. Lo cual da que pensar que te cagas. De ahí mi relación con la literatura infantil y juvenil. Además de aprender de todos los pintores que he citado antes, aprendí de mis hijos.

 

10/ Con el tiempo encontré la manera más adecuada de combinar todos estos elementos: Una colección de biografías de aragoneses más o menos heterodoxos, más o menos heterodoxa. La colección me ha permitido parodiar todos los géneros y todos los estilos. Y lo que te rondaré, morena.

 

11/ Aunque últimamente creo percibir que la pintura ya no puede refugiarse en  la ilustración, mucho más influida ahora por los hallazgos del diseño gráfico o mucho más autónoma gracias a su propio desarrollo y al desarrollo informático. Lo cual me está dando que pensar…

 

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