Blogia
de profesión incierta

La Isla en el Cubit

La Isla en el Cubit

El viernes presenté la exposición El coleccionista de secretos del colectivo La Isla en la biblioteca Cubit de Zaragoza y dije más o menos esto:

 

En principio, debo advertirles de que aquí hay un problema de casting. No creo ser la persona más indicada para presentar esta exposición. Primero, porque soy pintor y los artistas de “La Isla” son “conceptuales”. Segundo, porque ellos son jóvenes y yo soy viejo y no domino la jerga profesional que suelen utilizar. Aún así, haré lo que pueda.

 

Para situar históricamente la exposición que van ustedes a ver, me remontaré, si me lo permiten, a la Edad Media. En aquella lejana época, el arte (la pintura) servía para explicar la Biblia a los analfabetos espectadores.

Pasaron los años, llegó el Renacimiento y entre los espectadores más eruditos se puso de moda que el tema de los cuadros se propusiera como acertijo. Así, por ejemplo, “La Tempestad”, de Giorgione, en la que un señor con un callado contempla a una señora desnuda amamantando a un niño, mientras al fondo vemos unas columnas troncadas y un rayo entre nubes, representa, según los estudiosos, la caída de nuestros primeros padres.

El tiempo siguió pasando y la pintura derivó hacia otros territorios más retinianos, que diría Duchamp. Fue él, precisamente, el que renegó de ese arte dirigido al ojo y el que intentó volver a dirigirse a la mente del espectador. Sólo que, en el siglo XX, era bastante difícil retomar como tema los misterios bíblicos, pues los únicos misterios que seguían vigentes eran los del sexo. Por eso, las crípticas obras de Duchamp sólo son, en realidad, emboscados chistes verdes.

Frente a mi cama, tengo un cuadro en el que reuní dos frases. La primera, de Leonardo, dice: La pintura es cosa mental. La segunda es de Bernard Shaw y dice: Todo trabajo intelectual es humorístico.

Me parece muy recomendable mantener el carácter humorístico y juguetón que tuvo en sus inicios el arte conceptual. Lo que pasa es que, al reírse de sí mismo, el arte puede confundir al espectador y llevarle a pensar que el artista se está riendo de él. Eviten ese malentendido. Aquí nadie pretende tomarles el pelo, se lo aseguro. Las obras de estos artistas tienen mucho de juego. Nos hablan de secretos que quizás ni ellos mismos conozcan. Tómenselo como lo que es, adéntrense en sus secretos con curiosidad y sentido del humor y disfruten. Muchas gracias.

 

 

 

2 comentarios

cano -

Gracias, las que usted tiene.

Cruz -

GRACIAS, por tus palabras como buen ilustre aragonés, además de pintor e improvisador de presentaciones conceptuales.
Cruz