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de profesión incierta

Ilustración aragonesa

Ilustración aragonesa

En el catálogo de la exposición “Imaginar la palabra. Ilustradores aragoneses en el siglo XXI”, el prestigioso especialista Gustavo Puerta no acaba de ver a los ilustradores aragoneses agrupados como en una “denominación de origen” por dos razones: Porque aquí no ha habido un centro de enseñanza que imprimiese carácter y porque la generación que me sigue “no se muestra muy ávida de dialogar con su tradición ni de incorporarla a su propio bagaje”, entendiendo por tradición “el rico patrimonio iconográfico del mudéjar, el románico o el gótico aragonés, la obra de un Goya o de un Buñuel o unos Sauras o la gráfica de un Fernández Molina o un Ramón Acín”.

Aún compartiendo en buena parte su opinión, me voy a permitir matizarle, enmendarle la plana o provocarle un poco, directamente. Más que nada por ganicas de enredar, por pasar el rato y por hacer un poco de arte-ficción. O por hablar de otra cosa que no sea la crisis y las miserables remuneraciones económicas que sufren los ilustradores. Motivos para hacerlo, los que quieran.

 

En primer lugar, quiero recordar unas palabras de Goya que no son las de “En oyendo hablar de Zaragoza y pintura, me quemo vivo” sino estas otras: “Mis maestros han sido Velázquez, Rembrandt y la naturaleza”.

O sea, que cada uno se busca los maestros donde puede o donde quiere y eso es lo más normal del mundo mundial. Y, sin embargo, pese al magisterio sevillano y holandés, Goya es el artista aragonés por antonomasia. Qué curioso.

 

En segundo lugar:¿Seguro que no existen influencias del mudéjar en el estilo geométrico de Alberto Gamón? ¿O rastros del románico en muchísimas ilustraciones de Elisa Arguilé? ¿O cierta delicadeza gótica y manierista en los trabajos de Francisco Meléndez? ¿O rasgos goyescos en los personajes y los ambientes de David Vela? ¿O reminiscencias de la sensible línea de Ramón Acín en las ilustraciones de Jesús Cisneros, aunque esto ya esté un poco más traído por los pelos?

Estas son preguntas sencillas, hechas desde el terreno marcado por el propio Gustavo Puerta. Podríamos añadir preguntas parecidas, con modelos que no cita él y sobre los que me extenderé más tarde: ¿Seguro que no existen influencias de Marín Bagüés y su río Ebro en las ilustraciones de Ana Latirtegui? ¿O colores, trazos y esquemas del grupo Pórtico en las escenas de David Vela? ¿O vestigios de la decoración del cine Dorado de Santiago Lagunas en las cajitas de Ana Lóbez o en los leoncicos de Elisa Arguilé? ¿O influencias de Bayo Marín en las caricaturas de Grañena?

Todo esto siguen siendo preguntas fáciles porque seguimos hablando de influencias formales.

 

En tercer lugar, voy a hacer algunas aclaraciones para que entiendan ustedes a dónde quiero ir a parar.

Si es verdad que, desde la llegada de la Virgen del Pilar, para triunfar aquí hay que venir de fuera, no es menos cierto que el que es de aquí y triunfa fuera, deja de ser un poco o un mucho de aquí a ojos de la tribu, por más que él mismo o las autoridades culturales aragonesas se empeñen en demostrarnos lo contrario. Qué le vamos a hacer, somos como el escorpión: Está en nuestra idiosincrasia.

Así que es más fácil que los aragoneses (aquí) tomen como referencia a quienes se han resistido a la diáspora que a los que han triunfado lejos y ya son, por tanto, patrimonio de la humanidad.

 

Yo creo que las dos referencias más importantes de la modernidad local aragonesa, ya lo he dicho, son Marín Bagüés y el Grupo Pórtico.

 

Marín Bagüés es autor de un cuadro de joteros pintado a la manera de los futuristas italianos. Con eso está todo dicho.

Creo que, como auténticos somardas, este tipo de paradojas son las que nos encanta cultivar y las que pueden otorgarnos la denominación de origen que, por motivos estrictamente formales, nos niega don Gustavo.

 

Marín Bagüés es autor, también, del cuadro de los bañistas en el Ebro que, no sólo nos ha inspirado durante muchos años para soñar una Zaragoza idílica por moderna, si no que, además, nos retrotrae a la “Vista de Zaragoza” de Martínez del Mazo y Velázquez. Y recuerden que cuando le preguntaban a Dalí: “¿Qué hay de nuevo?”, siempre respondía: “Velázquez”

 

El Grupo Pórtico se adelantó a la abstracción informalista en la posguerra y cultivó una pintura dura, jasca y sin concesiones que casa muy bien con el carácter aragonés, si es que tal cosa (como la denominación de origen “ilustración aragonesa”) existe.

 

En cuarto o quinto lugar (ya he perdido la cuenta) podría resumir este asunto diciendo que somos gente culterana o conceptista y nuestras influencias suelen ser más de carácter que formales.

No sé si David Adiego, Francisco Meléndez, Óscar Sanmartín, Antonio Santos, Diego Fermín o David Vela habrán leído a Baltasar Gracián pero, viendo sus trabajos, reconozco en todos ellos las (perdonen el anacronismo) goyescas descripciones del Criticón.

 

Y aquí, para terminar, podríamos volver a las paradojas que hemos considerado antes sobre Goya y darlas por resueltas.

 

Por cierto, no se pierdan la exposición en la Diputación de Huesca. Es magnífica.

 

 

 

5 comentarios

Gustavo Puerta Leisse -

Leer las líneas que le has dedicado al texto que escribí para el catálogo de la exposición “Imaginar la palabra. Ilustradores aragoneses en el siglo XXI” ha sido para mí muy estimulante y espero que el debate que abres se alimente aún con aportaciones provechosas que vayan más allá del victimismo.
Más allá de sentar los requisitos necesarios para ostentar la aspirada “denominación de origen”, me interesa indagar en qué consecuencias se derivan de utilizar la baraja identitaria, a quién ha beneficiado su empleo y cómo ha sacado provecho de él.
Si no acabo de ver a los ilustradores aragoneses agrupados como en una “denominación de origen” es porque, tal como lo expreso en el catálogo, “ni existe una cepa ni una forma de “imaginar la palabra” que distinga a los ilustradores aragoneses de los de otras latitudes”. Ahora bien, partiendo del hecho de que tal categoría parece ser aceptada de forma acritica, y que además la Edad de Oro de la ilustración infantil aragonesa ha sido proclamada, me pregunto entonces por los fundamentos de semejantes juicios. ¿Qué distingue y hace superior el oficio del ilustrador y la producción editorial aragonesa sobre los de otras regiones españolas o del mundo: …Su contacto con un valioso legado artístico?, …la consolidación de escuelas y centros de formación punteros?, …el desarrollo de una industria editorial que destaca por su calidad y ventas de derechos en el extranjero?, …la novedad y originalidad de los temas y enfoques planteados?
Que cuestione la “denominación de origen” y, sobre todo, a quienes se han valido de crear el fantasma de la “Edad de Oro” para beneficio propio, no quiere decir que no valore el trabajo y la obra de una serie de profesionales de la ilustración expuestos en la sala de exposiciones de la Diputación de Huesca. Es más, creo que el tema de la identidad merece una reflexión detenida y responsable. De este esfuerzo podría, por qué no, surgir un propuesta colectiva autoexigente y coherente capaz de enfocar, por ejemplo, la literatura infantil desde perspectivas inéditas.

cano -

¡Así me gusta verles, dándolo todo! (Si me permiten el sarcasmo).

Ernesto Sarasa -

Me encanta Bagüés y Goya por supuesto y Chomón y Buñuel, pero en realidad poco me importa mi «denominación de orígen» y posiblemente a ellos tampoco les quitaba mucho el sueño, salvo si era para poder cobrar su trabajo para vivir con dignidad. Igual que nos pasa ahora a nosotros. Con tantas jotas y otros monotemas de esta tierra igual quieren que volvamos al diseciocho y sigamos todos a coro las rancias aficiones de los rancios pudientes «regionalistas». yo preferiría expandir la imaginación, iluminar a los demás lo desconocido, sublimar lo insignificante, capturar lo efímero, revolver la fantasía, denunciar la realidad... tantas cosas tenemos que hacer los ilustradores de aquí que incluso siento que no existimos, porque de momento ni nosotros hemos sabido defendernos ante esa inexistencia, todos juntos.

Ana González Lartitegui -

Está bien que se contesten los prólogos. Lo que cautiva es que para una vez lo público tiene a bien apoyar lo que hacemos los ilustradores por estas tierras, haya que dedicarse a discutir que lo aragonés no existe y que de edad de oro nada de nada. Es la del escorpión, José Luis. Qué lástima.

Sergio -

Esta vez sí que dejo comentario; no puedo estar más de acuerdo contigo.
Y sí, debe de estar en nuestra idiosincrasia.