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de profesión incierta

José Luis Tomás en el Torreón Fortea

José Luis Tomás en el Torreón Fortea

Como ya les anuncié, esta tarde se inaugura la exposición de José Luis Tomás en el Torreón de Fortea.

Aquí les dejo mi texto completo para el catálogo.

 

Oído en Fortea

 

-       ¡Vaya, una exposición de cuadros cuadrados llenos de cuadrados!

-       Hombre, hay más cosas que cuadrados…

-       No me dirás que no está todo llenos de cuadrados.

-       Sí, sí, cariño… todo son cuadrados. Todo cuadrados…

-       Bueno, y rayicas.

-       ¿Y qué forman las rayicas?

-       ¡Letras! ¡Mujer, que soy tonto pero no tanto!

-       ¿Letras o palabras?

-       ¡Ya estamos! ¿Y de qué están hechas las palabras sino de letras?

-       Éstas están hechas de rayicas.

-       De rayicas están hechas las letras de cada palabra.

-       No lo veo yo tan claro…

-       Es más, algunas están hechas del hueco que dejan las rayicas.

-       Exactamente, a eso me refería. Algunas son palabras hueras, que dice el autor.

-       ¿Hueras?

-       Sí, vacías, huecas… hueras.

-       Pues podía decir huecas.

-       Te quejas de vicio.

-       ¡Explícame por qué!

-       Mira, hijo, contra el vicio de pedir, está la virtud de no dar.

-       Oye, ¿y por qué escribe con rayicas?

-       Que yo sepa, ya escribía así en 1979.

-       ¿En 1979? Eso es fidelidad y no lo tuyo…

-       ¿Qué quieres decir?

-       Nada, nada. Ya sé que tú eres la inocencia personificada.

-       En cambio, tú estás lleno de picardías, ¿no?

-       O sea, que ya escribía así en 1979, ¿eh?

-       Bueno, hay una evolución…

-       Aquí pone Regresión.

-       ¡Y aquí Evolución!

-       Ya, ya... ¿Y por qué se lee mejor Regresión que Evolución?

-       Porque será más difícil la evolución que la involución, yo qué sé...

-       ¿Dónde pone involución?

-       ¡En ningún sitio!

-       Entonces, ¿por qué dices involución?

-       ¡Porque me da la gana!

-       ¿Y no pone Revolución?

-       No, pone Desencanto.

-       Casi no se entiende.

-       Es verdad. Hay que esforzarse un poquico…

-       Mentira. Mira, esta se entiende perfectamente.

-       Sí, ¿verdad?

-       ¿Qué pone aquí?

-       Eh… Felonía.

-       Vaya palabreja. No me extraña que no se entienda. Mira qué color más chocante.

-       Colores.

-       Bueno, tampoco hay tantos.

-       Cuenta.

-       Dos o tres… El amarillo de fondo…

-       Que en el centro tira a verde…

-       El violeta de alrededor, el ocre…

-       Cada uno con sus matices.

-       Calla, no me distraigas. El color de las rayicas, que no sé si es azul o violeta… ¿Cuántos llevamos?

-       Ni lo sé, ni me importa.

-       ¿Para eso hemos estado contando?

-       Lo que quería decir es que los colores funcionan de una manera u otra según el color que tengan al lado.

-       Total, para leer Parcialidad. Ya ves tú.

-       Ya veo, ya.

-       ¿A quién se le ocurre escribir con colores? La escritura, de toda la vida se ha dicho: “negro sobre blanco”.

-       Pero esto no es escritura, es pintura.

-       Entonces, si no es escritura, ¿por qué leo aquí Indecencia?

-       ¡Porque siempre estás pensando en lo mismo!

-       ¿O por qué pone Utopía y no pone caballo, por ejemplo?

-       Porque no es una exposición figurativa.

-       ¿Y por qué hay una Utopía a medias?

-       Porque habrá chocado con la realidad.

-       ¿Qué realidad?

-       La de los materiales, por ejemplo.

-       ¿Qué materiales?

-       La pintura y a la tela.

-       Ya. ¿Y por qué repite también Justicia? ¿Tiene algo que ver la Utopía con la Justicia?

-       Que la Justicia es una Utopía.

-       ¿Y la Utopía es una Justicia?

-       Poética.

-       Vaya. ¿Y por qué repite Ilusión?

-       Porque es una palabra polisémica.

-       Pues, para ser polisémica se lee perfectamente. Claro, que se lee al derecho y al revés.

-       Claro. Mira, otra ilusión: Tolerancia. Esta se lee muy claro.

-       E Intolerancia. Deben de ser dos palabras importantes porque los cuadros son dobles.

-       Dípticos, se llaman.

-       Usted perdone.

-       Está usted perdonado.

-       ¡Qué honor!

-       Hala, vámonos antes de que pierda la paciencia.

-       Oye, ¿Y los cuadrados?

-       ¿Qué?

-       Que qué requieren.

-       Supongo que funcionan como una especie de marco.

-       Marco es su hijo.

-       ¡Qué tendrá que ver!

 

 

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