Julio Alejandro en el Moncayo
Puesto en el Moncayo, si abres bien los ojos y abres la nariz y la boca y el oído, puedes oír el mar.
Puesto en el Moncayo, si abres bien los ojos y abres la nariz y la boca y el oído, puedes oír el mar.
Después supe que era Abd el Krim que lo llevaban a la isla de Reunión.
¡A usted le conozco de Bulbuente!
Con el milagro de tu verso, he visto mi infancia marinera.
Cuando se hundió el Blas de Lezo era como ver morir a una persona adorada...
Y llegaron los días terribles del mes de febrero.
Había un crítico que pensaba que mis obras no eran mías sino de un seudónimo o de un hombre de paja de Alejandro Casona.
Llegué con un contrato de seis meses y me quedé treinta y cuatro años.
Luis era extraordinario pero nos peleábamos mucho.
Ha sido mi amuleto y mi fetiche. Te la regalo.
Estoy en la cocina, sentado cabe la lumbre, mirando la cazuela del chilindrón. Es allí donde quise, quiero y querré estar.