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de profesión incierta

LO QUE UNE LA HUMEDAD

LO QUE UNE LA HUMEDAD

¿Qué dibujar?, que diría Lenin. Paisajes, no. Odio reducir la sublime experiencia de la Naturaleza (Kant) a pintura de género. Por otra parte, se nos supone más observadores del paisanaje en vacaciones que del paisaje vacacional, lo que me aboca al castizo género (la ilustración parece ser proclive a ellos) del costumbrismo.

Haré, pues, una colección de estampas, acompañadas de algún comentario, que reflejen los modos y maneras que se gastan los veraneantes en cada sitio que visitemos.

En este viaje, de momento, descarto todos los apuntes en los que no aparece el agua (la cultura balnearia me ha calado) y me quedan los siguientes:

1– Por la mañana, un paciente en albornoz bebe su quinto vaso de agua templada y diurética junto a la fuente, los cuartos de baño y un inmenso extintor.

2– Después de un placentero y relajante masaje subacuático, entro en lo que tomo por una sauna cuando en realidad es un espacio para hacer inhalaciones. Me siento en las gradas de madera junto a un grupo de desconocidos y desconocidas en bañador. Me acuerdo de los papiones sagrados del Nilo, hago amistades, descubro mi solubilidad y me mareo.

3– Los jardines del balneario están llenos de paseantes que beben en todas las fuentes que encuentran a su paso. La que inauguró el arzobispo de Bucarest es de las más concurridas. Todos somos un poco snobs.

4– Los bañistas de Alhama dan de comer a los peces del lago y se bañan con ellos. Ya había descubierto yo en Jaraba lo que une la humedad. 

 

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